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LECTURA GRADO OCTAVO


BOLETÍN DE HISTORIA Y ANTIGUEDADES. Vol. LXXXIX, No. 817, junio, 2002.

 

LOS MASONES EN LOS LIBROS Y EN LA HISTORIA DE COLOMBIA

Por: Martha Jeanet Sierra D.*

 Consultado en: http://www.lablaa.org/blaavirtual/historia/histcolom/masones.htm

 

La historia de la masonería también tiene un espacio en la Biblioteca Luis Angel Arango: tanto en la colección general como en la Sala de Libros Raros y Manuscritos, se puede encontrar una extensa bibliografía sobre el tema, que incluye documentos muy curiosos que permiten conocer peculiaridades sobre esta sociedad secreta y su protagonismo en la historia.

 

Preponderancia histórica

La masonería constituyó un importante mecanismo de poder político, cuya influencia se reflejó en el triunfo de la revolución francesa, la independencia de las naciones americanas, la imposición de un sistema de gobierno republicano y democrático, la abolición de la esclavitud, y el gobierno de los nuevos países, ya que la mayoría de nuestros dirigentes 1 , especialmente los partidarios del liberalismo, fueron sus más caracterizados miembros. No obstante, la existencia de esta asociación ha sido bastante polémica, probablemente debido al carácter secreto de sus reuniones, a sus fundamentos ideológicos, a las pugnas que ha sostenido con la Iglesia Católica, y, obviamente, a su significativa injerencia en la política.

 

Organización

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El Aprendiz recibe la instrucción del Maestro de grado 33. (La cocina masónica, 1997).

La masonería tiene sus raíces en el gremio de la construcción. Inicialmente las logias se conformaban por asociaciones de arquitectos, albañiles, canteros, etc. La palabra masón proviene del francés maçon, que significa albañil y es sinónimo de francmasón, palabra equivalente a obrero libre. Los símbolos de la masonería se inspiran en cosas e instrumentos relacionados con la arquitectura, como el compás y la escuadra, y sus ritos son heredados de tradiciones místicas de la Antigüedad y del medioevo. Los masones creen en Dios, considerado el Gran Arquitecto del Universo, pero sus integrantes pueden pertenecer a cualquier religión. En cada país su organización depende de una confederación denominada Gran Logia, la cual dirige las logias existentes en su territorio, cuyos miembros generalmente sólo admiten hombres –aunque en Europa existen algunas logias de mujeres– que se estratifican en un orden jerárquico: Aprendiz, Compañero y Maestro, según grados de práctica y conocimiento que van generalmente del grado 1 al 33; por ejemplo, en los tres primeros grados se aprende el simbolismo esencial de la masonería.

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Símbolos masones del grado de Aprendiz. (Enciclopedia masónica, 1859).

Cesáreo Rocha Ochoa en su artículo Masonería en Colombia2 , define la masonería como: “una asociación universal de carácter filosófico que practica la filantropía e inculca en sus miembros el ‘amor a la verdad, el estudio de la moral universal, de las ciencias y de las artes’. Es una orden iniciática, es decir que se fundamenta en símbolos, leyendas y tradiciones que devienen de las antiguas iniciaciones, ritos y mitos (...). Tiene como emblema fundamental los principios enarbolados en la revolución francesa de Libertad, Igualdad y Fraternidad”.

 

 

 

Orígenes

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Vista general del Templo de Salomón. (El Templo de Salomón: Dios arquitecto, 1991)

De acuerdo con la tradición masónica, el origen de la masonería antigua se remonta a la edificación del templo de Jerusalén (Templo de Salomón)3, aproximadamente 1012 años antes de Cristo. Al parecer, en esta época los arquitectos judíos y de Asia Menor ya tenían una forma muy particular de organizarse y conformaban la Fraternidad de Hermanos Dionisianos, asociación que tenía el privilegio exclusivo de erigir edificios públicos y que se basaba en el honor, el mutuo apoyo, los ritos simbólicos y la iniciación en los secretos de las ciencias y del arte de la construcción. La edificación del templo fue realizada por judíos y tirios, y encargada por Salomón a Hiram, arquitecto fenicio a quien –según la creencia– Dios le reveló los grandes secretos para construirlo de acuerdo con las leyes armónicas del universo. A propósito de esta edificación, la BLAA posee un bello facsímil del libro titulado El Templo de Salomón, publicado en Roma en 1596 y 1604, con base en las investigaciones de los jesuitas Juan Bautista Villalpando y Jerónimo de Prado; en este libro se explican detalladamente los pormenores sobre dicho monumento bíblico.

 

El Siglo de las Luces

La organización moderna de la masonería en Grandes Logias data de 1717, cuando en Inglaterra se estableció un nuevo concepto sobre la conformación de las logias admitiendo que éstas fueran integradas por obreros simbólicos, no necesariamente constructores, y su principal objetivo se transformó en la construcción de templos espirituales. Esta decisión fomentó el ingreso de los nobles a la masonería, con lo cual se fortaleció el poder de dicha asociación, a tal punto, que la expulsión de los jesuitas de las colonias americanas en 1767 fue en gran medida instigada por varios aristócratas adeptos a la masonería. Pedro Rodríguez, conde de Campomanes (fundador del Archivo General de Indias en Sevilla), y Pedro Pablo Abarca y de Bolea, décimo conde de Aranda, ambos masones, fueron los encargados de convencer al rey español Carlos III sobre los perjuicios económicos que generaba a la Corona el creciente poder de la Compañía de Jesús.

Así mismo, hubo una estrecha relación entre la masonería y los grandes filósofos librepensadores de la Ilustración (Rousseau, Montesquieu, Voltaire, D’Alambert, etc.), tanto que los ideales proclamados en la Revolución Francesa y los objetivos humanistas adoptados por la masonería son los mismos: “Libertad, Igualdad y Fraternidad”. Además, gracias a las logias y sus movimientos secretos, los líderes de la revolución lograron derrocar la monarquía francesa en 1789.

La masonería llegó a América en el siglo XVIII y desempeñó un importante papel en los movimientos de independencia. La primera logia de los Estados Unidos se fundó en 1733 en Boston, con el nombre de Gran Logia Providencial de Massachusetts. Igualmente se crearon logias en Centroamérica y en el Caribe. El foco de la revolución estadounidense fue la logia de San Andrés (Boston) a la cual pertenecía Benjamin Franklin 4 . George Washington, prócer y primer presidente de los Estados Unidos, ingresó a la masonería en 1752, y en 1788 fue nombrado venerable Maestro de la Logia Alexandría Número 22. Su gran colaborador, el general francés marqués de Lafayette, al igual que Tomas Jefferson, también era masón. En los ejércitos patriotas norteamericanos se formaron logias masónicas ambulantes de militares, conformadas por oficiales, y de los 29 generales principales de los ejércitos del general Washington, 20 de ellos eran masones. Por esta razón, en los dólares americanos se estamparon símbolos de la masonería como el triángulo y el ojo que representa la mirada de Dios observando nuestros actos.

 

Próceres y masones en Colombia

Respecto a la participación de la masonería en la independencia de América, en la BLAA se encuentran los libros del historiador Américo Carnicelli 5 , quien por su vinculación masónica tuvo acceso directo a los archivos de esta asociación y aclara muchas dudas sobre el tema. Según este autor, la masonería se instauró en Colombia en 1793, cuando Antonio Nariño y el médico Luis de Rieux, masón francés, fundaron en Santafé la primera sociedad secreta el “Arcano Sublime de la Filantropía” con el fin de difundir en el Nuevo Reino de Granada las ideas de libertad y justicia social que proclamaba la confraternidad masónica universal. Las reuniones se realizaban en casa de Nariño encubiertas como tertulias literarias. A causa de la publicación de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, Nariño fue encarcelado y conducido a la Habana y luego a Cádiz, de donde sus amigos masones le ayudaron a fugarse con identidad falsa hacia Madrid y luego hacia París. En esta ciudad asistió a diversas reuniones de las logias francesas y conoció a Francisco de Miranda, el gran ideólogo de la Independencia y de la conformación de la Gran Colombia, también masón.

En 1797, Francisco de Miranda fundó en Londres la “Gran Logia de la Reunión Americana”, de la cual fue nombrado Gran Maestro, y que posteriormente tendría filiales en París, Madrid, Cádiz, Caracas y Buenos Aires. Esta Gran Logia fue luego disuelta por Miranda y reorganizada con el nombre de “Gran Logia Regional Americana de Londres”, con sede en su casa de Grafton Street. En esta logia se iniciaron los principales próceres y colaboradores de la independencia americana: Bernardo O’Higgins, José Manuel Carrera, Juan Martínez de Rosas, Gregorio Argomedo, Juan Antonio Rojas, José de San Martín, José María Zapiola, Carlos María Alvear, Bernardo Monteagudo y Mariano Moreno, (fundadores de la logia “Lautaro” en 1811, en Buenos Aires); además, Andrés Bello, Luis López Méndez, Simón Bolívar, José María Vergara Lozano, Vicente Rocafuerte, Carlos de Montúfar, entre otros.

 

La Colombia republicana

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Discreto aviso que convoca a las reuniones de la Logia fundada por Santander, con el pretexto de ofrecer clases de idiomas. (Gazeta de Santafé de Bogotá, 2 de enero de 1820)

La primera logia en la república de Colombia fue fundada en Bogotá en enero de 1820 por el General Francisco de Paula Santander, vicepresidente encargado del poder ejecutivo del Estado de Cundinamarca. Por esta época, Bolívar y Santander eran hermanos masones; sin embargo, a raíz de las grandes crisis de poder que dividieron a los dos próceres y que condujeron a la llamada conspiración septembrina, en 1828. En noviembre del mismo año, Simón Bolívar decretó la prohibición de “todas las asociaciones o confraternidades secretas”, ya que en las reuniones de la Sociedad Filológica de Bogotá fue donde se gestó la conspiración por parte de un grupo de masones seguidores de Santander, como Luis Vargas Tejada, Ezequiel Rojas, Mariano Ospina Rodríguez.

En 1833, después de la muerte de Bolívar (1830), al parecer debida a una tuberculosis pulmonar, y en el gobierno de Santander, se fundó en Cartagena el Supremo Consejo Neogranadino del grado 33, y bajo su protección se fueron fundando las más importantes logias del país, a las cuales estuvieron vinculados muchos de los personajes más sobresalientes de Colombia durante el siglo XIX, tanto en lo político como en lo económico y cultural, e incluso algunos frailes católicos. Como ejemplo se pueden citar los siguientes miembros de la Logia Estrella del Tequendama: José María Samper y Agudelo, Salvador Camacho Roldán, Jorge Isaacs, (quien además fue miembro fundador de la Logia Aurora del Cauca en Cali), César Conto, José Manuel Marroquín, Ezequiel Uricoechea, José María Vergara y Vergara, Diego Fallón, Ricardo Carrasquilla, el General José María Melo, entre otros. También pertenecieron a la masonería el General Joaquín París, Carlos Soublette, Tomás Cipriano de Mosquera, y Pedro Alcántara Herrán.

Uno de los fondos más interesantes de la BLAA es precisamente el Archivo de la Logia del Supremo Consejo Neogradino de Cartagena, que contiene actas de varias tenidas (reuniones), estatutos y códigos de leyes de algunas logias, diplomas otorgados a sus miembros, además de correspondencia diversa que perteneció a Américo Carnicelli.

 

* Licenciada en Filosofía y Letras, encargada de la Sala de Libros Raros y Manuscritos de la Biblioteca Luis Angel Arango. (Nota: las opiniones aquí expresadas son de responsabilidad exclusiva de la autora).

1Hoenigsberg, Julio. Síntesis histórica de los masones que han sido presidentes de Colombia. Barranquilla, 1946.

2 Fiesta y nación en Colombia. Bogotá, 1998.

3 Umbert Santos, Luis. Historia de la masonería. México, 1972.

4 Ferrer Benimeli, J. A. Masonería española y América. Zaragoza, 1993.

5 Carnicelli, Américo. La masonería en la independencia de América. Bogotá, 1970.

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