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LECTURA 2 GRADO OCTAVO

LAS ÉTNIAS EN COLOMBIA Y SU RELACIÓN ECONÓMICA CON EL MEDIO AMBIENTE

 

 

LOS TAIRONAS: POBLADORES ANTIGUOS DE LA SIERRA NEVADA DE SANTA MARTA

Por: Ana María Groot

Profesora
Universidad Nacional de Colombia

Tomado de: www.banrep.gov.co/museo/esp/boletin/articlos/taigrootc.htm

 

La base económica que permitió el surgimiento y desarrollo de esta población fue la agricultura, en la que los tairona alcanzaron notables adelantos técnicos y que causó admiración entre los españoles por la fertilidad de la tierra, extensión de los cultivos y diversidad de productos. Pedro de Espinosa, al referirse a una de las expediciones de García de Lerma tierra adentro hace la siguiente descripción:

...Y puesto que la tierra sea tan áspera como digo,
está tan poblada de indios que no puede ser más y
toda labrada de conucos y maizales... Son sierras
muy altas, sin montes, sin peñas, todas peladas y
tierra toda para labranza (En: Friede, 1955: 58)


En los terrenos de relieve abrupto los taironas construían terrazas agrícolas de varios tamaños y longitud, sostenidas generalmente por muros de contención en piedra. En contraste con esto, en las proximidades de Santa Marta, empleaban zanjas y acequias profundas para irrigar los cultivos durante las épocas de sequía y para conducir agua a lugares donde esta escaseaba. Por estudios paleobotánicos, sobre agricultura aborigen y cambios de vegetación en la Sierra nevada, se conoce que los indígenas utilizaban un sistema doble de cultivo: cultivos mixtos que se practicaban en huertas cercanas a las casas y cultivos individuales que los realizaban en las afueras de los pueblos y en parcelas mayores de suelos más fértiles (Herrera de Turbay, 1985).

El principal producto cultivado por los indígenas fue el maíz, pero también sembraban yuca, auyama, fríjoles, ñame, batatas, ají y gran número de árboles frutales, además de algodón. La dieta la complementaban principalmente con la pesca marina. El pescado era un producto apetecido y uno de los elementos básicos de intercambio. En algunas regiones, como el valle de la Caldera, tenían muchas colmenas de abejas y criaban aves para obtener plumas.

El aprovechamiento que hicieron los nativos de los diferentes pisos térmicos, los condujo a una especialización regional en torno a las actividades artesanales y a algunos productos alimenticios. Todo ello generó el desarrollo de un intercambio entre las comunidades que integraban la etnia de los taironas y, a su vez, ayudó a mantener un equilibrio biológico y cultural. Los caminos que comunicaban las vertientes de la sierra y los pueblos entre sí favorecieron la realización del intercambio. El control del intercambio, a través de la formación de redes de caminos y de la circulación de determinados productos pudo incidir en la fuente de poder político de los caciques que participaban de esta relación (Oyuela, 1990: 65).

Los principales productos intercambiados eran los agrícolas, la sal, el pescado y las manufacturas artesanales tales como objetos de oro, mantas de algodón, adornos de plumas y objetos tallados en piedra. De acuerdo con las anotaciones del cronista Simón, los indios de Betoma llevaban mantas de algodón a los de la provincia del Carbón, y los de Pocigüeica cambiaban oro y mantas por sal y pescado con las comunidades de la costa. Fue tal la dependencia de la población de la vertiente occidental del intercambio de pescado y sal con los indios de Gaira, Durcino y Ciénaga, que cuando éstos se escapaban de sus encomenderos y huían a la Sierra, los indios de las partes altas les daban oro para que regresaran a la costa y continuaran allí para no interrumpir el comercio de peces y sal (AGN, Caciques e indios, T. LXXXI. Folios 564-603 En: Reichel-Dolmatoff, 1951:90).

Los taironas también realizaban intercambios con los grupos indígenas de las tierras bajas alrededor de la Sierra Nevada y con grupos más alejados como los muiscas. Con éstos últimos, el trueque no era directo sino a través de grupos intermedios que habitaban entre la sierra nevada y las tierras frías del altiplano central de la cordillera oriental. En estas transacciones, los artículos más apreciados eran las esmeraldas, los objetos de oro, los collares de cuentas de concha o de piedra y los caracoles marinos.

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EL AGROECOSISTEMA "CHAGRA" ENTRE LOS INDÍGENAS EN LA AMAZONÍA

Por: Elsa Milena Cabrera Tejada
Bióloga – Énfasis en Zoología de la Universidad del Valle (Colombia)

Tomado de: http://lunazul.ucaldas.edu.co

El Amazonas presenta una serie de riquezas que se reflejan en su diversidad, pudiéndose catalogar por su concentración y distribución en uno de los conjuntos naturales y socioculturales más armoniosos y significativos a nivel mundial. La región amazónica constituye la selva húmeda tropical más extensa del mundo con aproximadamente 6.7 millones de Km 2 repartidos entre Brasil, Surinam, Guyana, Guayana francesa, Venezuela, Perú, Bolivia, Ecuador y Colombia (Wyss, 2002), en la cual se concentran varios ecosistemas que determinan una gran diversidad ecológica y biótica.

La horticultura de tala y quema o roza y quema es la principal fuente de subsistencia de los grupos indígenas del área amazónica. Los espacios de cultivo denominados chagras son áreas de cultivos transitorios durante los 2 ó 3 primeros años, y los “rastrojos” también considerados chagras o chagras de animales, que son las mismas áreas, son aquellos que se dan luego de terminados estos cultivos de periodo corto y que permanecen durante el tiempo de producción de los frutales.

La chagra no es solamente un terreno de cultivo, es también un importante sistema de representaciones de los grupos indígenas, un espacio de fertilidad (por lo que se considera de dominio femenino), un complemento de la maloka (lugar sagrado donde se transmite conocimiento, se hacen los bailes tradicionales, se desarrollan la relaciones de pareja y los partos), un lugar de socialización y de transmisión de conocimientos y saberes entre madre e hijos.

La mujer maneja principalmente los cultivos de la chagra, el procesamiento de alimentos derivados de la yuca y otras plantas, así como el cuidado del hogar. Ella es la portadora del mayor conocimiento sobre las plantas cultivadas y el manejo de la chagra. El hombre comparte con ésta algunas actividades como la tumba y quema del bosque y el manejo de algunos cultivos como la coca y el tabaco. También cuida y cosecha rastrojos de frutales, caza, pesca y recolecta productos del bosque. (Acosta, 1999; Vélez & Vélez, 1999, DNP, 2002).

La ubicación, tamaño y composición florística de las chagras varía de acuerdo a las características de los suelos, al tipo de cultivo apropiado para cada lugar y sus requerimientos básicos, y al manejo agronómico que tiene cada grupo familiar. El hombre es el encargado de elegir el terreno que ocupará la chagra. Posteriormente éste es “curado” por el Chamán. Después se procede a la tala de la vegetación a cargo del dueño de la chagra ayudado por la comunidad. La quema la hace la pareja matrimonial.

Finalmente se siembran las primeras raíces de yuca –principal cultivo- (previamente bendecidas por el Chamán) con la llegada de las lluvias, después se siembra el resto de los cultivos. Los hombres plantan sus respectivos cultivos (coca generalmente). El desyerbe es labor femenina. Después de usadas dos veces, las chagras son abandonadas y se dejan como “rastrojo”. Aquí se continúa recogiendo ocasionalmente frutos y productos como yuca salvaje. Los productos cultivados son utilizados básicamente para la alimentación, pero también se utilizan en los rituales y como materia prima para la realización de diversos materiales como cestas, pinturas, etc. (DNP, 2002; Fundación Hemera, 2003; Vélez, 1998).

Cuando los agroecosistemas chagra son considerados maduros, propician microclimas con humedad relativa alta, minimizan el impacto de la lluvia por el efecto de cobertura tridimensional que genera cada una de las especies cultivadas, además de otros valores añadidos que tienen que ver con el efecto de barrera viva para agentes patógenos como plagas y enfermedades. (Van Der Hammen, 1992). Algunas de las especies cultivadas en las chagras son afines a roles culturales, como es el caso de la piña ( Ananas comosus ) entre la sociedad Yucuna y Tanemuca; el tabaco ( Nicotiana tabacum ) y la coca ( Erithroxilum coca ) entre los Huitotos; el huito ( Genipa americana ) para los Ticuna [que auto se denominan la gente de “Youi” o uito]; la canangucha ( Mauritia fleuxosa ) “Kanapé” dentro de los Matapí; el yage ( Banisteriopsis caapi ) entre los Cocamas y Yaguas [auto denominandose la gente del yage], entre otros.

Cada una de las especies integrantes de la chagra tiene un fin determinado, siendo el principal el uso alimentario. Sin embargo, la mayoría de las especies que surgen en el proceso de sucesión tiene algún uso de tipo medicinal, maderable, etc.; sólo se eliminan temporalmente mientras se producen los cultivos transitorios. En los rastrojos de frutales sólo se eliminan las plantas alrededor del árbol que compiten por nutrientes y que limitan el desarrollo por exceso de sombra, una vez al año, en la época de cosecha de cada frutal.

Esta estrategia de manejo de los recursos se basa en la complementariedad de la utilización de los espacios de uso de acuerdo a su disponibilidad, logrando así una alta eficiencia en el aprovechamiento del medio. Esto se refleja en las chagras con diferentes estadios y una serie de cultivos de producción simultanea que se muestran en el espacio y en el tiempo. (Vélez, 1998; Vélez & Vélez, 1999), tabla 1.

Las etnias indígenas amazónicas presentan un complejo y avanzado conocimiento sobre el manejo del bosque y del sistema agrícola. La agricultura de chagras indígenas es un sistema agroforestal dinámico con largos periodos de utilización que involucran estrategias tecnológicas sustentables y sostenibles adaptadas a las condiciones de la selva amazónica. Estas actividades productivas y culturales están reguladas por calendarios relacionados con las condiciones y cambios ambientales, climáticos, hidrológicos y culturales. La chagra es una forma de uso de la tierra altamente eficiente que involucra una variedad de cultivos de diferentes hábitos de crecimiento. (Altieri & Nicholls, 2000; Vélez, 1998; Vélez & Vélez, 1999).

 

CONCLUSIÓN

El agroecosistema chagra es un bien intrínseco en sí mismo. Lo biofísico y lo sociocultural coexisten en una armonía dinámica y dialéctica. Cada componente de la chagra se recrea mutuamente en un tiempo y en un espacio que depende de la cosmovisión respectiva de cada pueblo indígena amazónico. Presta servicios ambientales y culturales, ofrece seguridad alimentaria y espiritual, es un banco genético sustentado sobre una base sólida de concomimientos tradicionales de especies domesticadas, semidomesticadas y nativas. Es un laboratorio de experimentación y de mejoramiento genético trasmitido de generación en generación.

A pesar de todo esto, el Agroecosistema chagra se está erosionando. Al desaparecer las especies y con ellas sus cultivadores se cierra una de las ventanas de la evolución de las especies amazónicas y, con ella, manifestaciones socioculturales con sus respectivas cosmovisiones.

 

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LOS CANALES EN LA CULTURA ZENÚ

 

Publicación del Banco de la República-Museo del Oro  de Bogotá D.C

 

Tomado de: www.banrep.org/museo

 


Los ríos Magdalena, Cauca y San Jorge inundan anualmente las Llanuras durante ocho meses y dejan a su paso un fértil depósito de sedimentos; los suelos arcillosos y planos dificultan el drenaje de las aguas y su salida al mar. Al contrario de lo que sucedía en épocas prehispánicas, cuando los pueblos que habitaban las llanuras inundables aprovechaban las crecientes de los ríos, hoy la gente sufre año tras año la pérdida de sus viviendas, enseres, cosechas y ganado.

Un enorme tejido en la tierra

Las poblaciones zenúes que habitaron estas tierras inundables transformaron el paisaje con el fin de adecuar extensos terrenos para vivienda, cultivo y vías de transporte, mediante un ingenioso sistema de control de aguas. Fue un largo proceso que alcanzó su mayor auge entre el 200 a.C. y el 1000 d.C.

El sistema hidráulico estaba formado por una gigantesca red de canales y campos elevados de diversas dimensiones y disposiciones que, con el pasar del tiempo, alcanzó a cubrir más de 500.000 hectáreas en la cuenca del río San Jorge y 150.000 hectáreas alrededor del río Sinú.

Los zenúes cavaron canales perpendiculares a los cursos de agua principales, hasta de 4 kilómetros de largo con 10 metros de separación entre sí, para controlar grandes volúmenes de agua. A través de éstos circulaba el agua de la creciente hacia zonas bajas. Allí la corriente del agua se frenaba y distribuía por entre canales cortos en áreas dedicadas al cultivo.

La dirección y longitud de los canales excavados se adaptaba a las curvas y recodos de los cauces principales. Desde el aire, unos sectores parecen abanicos abiertos y otros se ven como trenzas o espinas de pescado.

Para la agricultura extensiva fueron habilitadas extensiones hasta de 2.000 hectáreas mediante la construcción de grupos de canales y camellones cortos, de 30 a 70 metros de largo, organizados de diferentes formas. Al aumentar el nivel de las aguas, éstas eran dirigidas a través de canales largos excavados perpendicularmente desde los cauces principales.

Al bajar el nivel de las aguas, en los canales se mantenía una reserva de humedad y el fondo quedaba cubierto de sedimentos ricos en nutrientes. Estos eran recogidos y depositados sobre los camellones que quedaban así abonados y listos para el cultivo.

Algunos sectores eran dedicados a un solo cultivo, mientras que otros sostenían diversos productos: coca (Erythroxylum sp.), maíz (Zea mays), batata (Ipomoea batatas), ahuyama (Curcubita maxima), ají (Capsicum sp.), calabaza (Cucurbita mixta), yuca (Manihot esculenta), y muchas frutas.

La abundancia de pesca en la zona inundable proporcionaba excedentes utilizados con fines de intercambio. En ciénagas, riachuelos, ríos principales y canales artificiales los zenúes se abastecían de gran cantidad de peces, tortugas y otros reptiles.

En América, además del sistema hidráulico Zenú, se desarrollaron otras obras de drenaje e irrigación con el fin de mejorar las condiciones del suelo para el cultivo. Desde muy tempranas épocas se adecuaron tierras bajas inundables, zonas altas, cuencas de lagos y ríos; sin embargo, sus extensiones máximas no sobrepasaron las 100.000 hectáreas.

En Colombia se encuentran también sistemas hidráulicos menores en la Sabana de Bogotá, en los Llanos Orientales y en el río San Juan en el Pacífico.

 

 

2 comentarios

8-2 -

huy

John Jairo Osorio -

Realizar la lectura de los tres textos. De igual manera, llevar el documento al salón para trabajo en clase individual.